+.-CELEBRARON CON ÉXITO EL SÁBADO DE GLORIA Y QUEMARON LAS MASCARAS LOS FARISEOS
POR MARTIN ROBERTO VEGA ENCINAS
En punto de las 12:30 horas del sábado fueron incendiadas las máscaras, además de ramas secas, machetes de palo fierro en la hoguera del holocausto, ubicada frente a la iglesia de San Juan Bautista, en el área denominada Jerusalén (Frente a la cruz del perdón de madera).
Eran las 10:00 horas de ese día, cuando
los capitanes y sargentos, además de los jefes de los fariseos de Pueblo Viejo,
entre ellos Hilario Quiñónez (Poncio Pilatos) ya formaban los montones de ramas
donde también pusieron el mal humos vestido de Fariseo.
Fue a las
12:00 horas en punto, cuando ante cientos de creyentes y curiosos, salieron del
templo los paskolas, venados y fiesteros, quienes eran seguidos por los 119
fariseos, cuyos judíos habían subido por las escalinatas; se había escuchado el
tercer “canta Gloria” de voz del “Mestro” (Rezandero) Manuel Maldonado Osuna y
tras ese canto, repicó la campana de manera insistente, cuyo sonido se mezclaba
al de los de los cohetes y cohetones que insistentemente estallaban en los
alrededores del templo, porque el “Sábado de Gloria” ya estaba presente, Cristo
había Resucitado de entre los muertos.
Los pascolas y músicos étnicos se
instalaron para danzar frente a los costados del templo, simbolizando a los
ángeles que llegaron al sepulcro y los judíos en tanto, al enterarse de la
resurrección del Cristo por el grito del “Mestro”, que lo hizo en latín, Mayo y
español, se amotinaban, cuya expresión era secundada por la concurrencia,
Dentro del templo, los Fiesteros
y Pascolas levantaban la gran manta blanca de 9 metros que cubría desde un
extremo al otro frente al altar mayor, de donde salían acompañados de los
fiesteros rumbo al encuentro de los Fariseos, a quienes lanzaban ramas de álamo
y huevos de pascua con confetis.
A estas acciones se sumó la
concurrencia que desde temprano también había llenado el sagrado recinto, donde
permanecían atentos a los cantos de las letanías que Maldonado Osuna ofrecía detrás de la manta y
frente al altar por el pueblo a los Santos, donde rezaba las letanías.
Los Fariseos salían y entraban al
templo y corrieron finalmente rumbo a la gran hoguera que ya ardía a donde
arrojaron máscaras, machetes y lanzas, como símbolo del incendio del pecado,
por las ofensas al Mesías durante la vida y en especial en esta cuaresma.
Luego, procedieron a rendirse, a
darse por vencidos tirándose boca hacia abajo en el suelo de “Jerusalén”, como
se conoce a ese gran patio frente a la refresquería de la plaza.
Los promeseros fueron auxiliados
por sus respectivos padrinos, quienes luego de retirarles sus vestimentas de
Fariseos (las cobijas, paños, tenavaris y coyolis), como símbolo del despojo de
sus malos hábitos, y llevar las mascaras a la hoguera del holocausto, les
aplicaban aire con abanicos de cartón, y tomaron rumbo a la Cruz del Perdón
ubicada frente a la Iglesia,
Así, pasaron de nuevo al altar
Mayor en fila india, acompañados de sus padrinos, donde el “mestro” los roció
con agua bendita y pasó la vela encendida, e imposición del santo rosario,
símbolo de renovación del Bautismo y vida, mostrando un rostro nuevo,
verdadero, el que le ofrecerán a Dios a partir de este día.
Con la quema de mascaras, la
bendición con agua bendita a los Fariseos y el aire fresco que se les aplicaba,
se combinaron los tres elementos principales para el indio: El Fuego, el Agua y
el Aire, símbolo de purificación, de renovación de sus vidas.
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