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Cálida Recepción al Presidente Obama

*.-EL PRESIDENTE FELIPE CALDERÓN HINOJOSA SE REÚNE EN PRIVADO CON SU HOMÓLOGO DE ESTADOS UNIDOS, BARACK OBAMA EN LA RESIDENCIA OFICIAL DE LOS PINOS, EN EL MARCO DE SU GIRA DE TRABAJO EN MÉXICO.


MÉXICO, D.F.- Un camino largo y soleado corre recto frente a la residencia oficial de Los Pinos. Más de un centenar de Cadetes del Colegio Militar flaquean la entrada vestidos con uniforme de gala; negro con ribetes dorados. Sobre sus cabezas las tradicionales banderolas alternadas con los emblemas de México y Estados Unidos.
Antes de la llegada de ambos jefes de Estado a la plaza Francisco I. Madero, la temperatura asciende. Y los ánimos también. Dos grupos de estudiantes de primaria agitan las manos y gritan para pasar el tiempo.
Algunos de ellos presumen su habilidad para hablar inglés. Vienen del Colegio Americano y varias otras escuelas similares de la ciudad de México.
La casa presidencial mexicana ha invitado al evento. Poco más de media hora antes del arribo a la plaza Madero de Barack Obama, la gran mayoría de los asistentes han ocupado ya sus lugares.
Llegaron varios periodistas destacados procedentes de diversos medios. Casi todas voces reconocidas de la radio o rostros de televisión. También hay opinadores analistas y académicos. Del periódico EL UNIVERSAL estaban presentes Ricardo Rocha, Emilio Rabasa, Ana María Salazar, Leonardo Curzio, Alfonso Zárate y José Luis Valdés Ugalde.
Otro contingente de invitados reúne funcionarios públicos y a uno que otro político mexicano de segundo nivel. Como siempre ocurre en estos actos, el grupo más disciplinado y silente es el de los fotógrafos y camarógrafos de la prensa.
Faltan muy pocos minutos para que Obama aparezca en escena, acompañado el presidente Felipe Calderón.
Una alfombra roja, de trazo triangular, se va poniendo a cada momento más viva. Preside todo el escenario una monumental columna donde el gran héroe de la Revolución mira desde muy alto a cerca de 700 personas.
Es la 13:30 de la tarde. Suenan los tambores. Llegó el momento de desenfundar el lábaro patrio. Todos los asistentes estamos de pie. Las cornetas instruyen a la guardia de honor del Colegio Militar. Por fortuna comienza a soplar una leve brisa. Aliento para la paciencia.
Una alta funcionaria de Los Pinos anuncia que Obama aterrizó ya en el Aeropuerto de la ciudad de México. En breve su helicóptero estará llegando al Campo Marte, asegura en voz baja.
Luego se trasladará en su limousine apodada La Bestia a este lugar, donde ocurrirá la recepción.
Un atril sobrio y republicano sostiene los micrófonos donde ambos mandatarios pronunciarán.
Dos helicópteros pasan volando sobre la Montaña Rusa de Chapultepec. Los estudiantes gritan y saludan. Los adultos se ponen de pie y sonríen infantilmente. Juegan apuestas sobre quién de los personajes del mundo despertaría tanta expectativa.
Yo aguantaría hasta cinco oras bajo el rayo del sol para ver a alguno de los Beatles, asegura. Por Obama ya lo hice en Denver.
Todos los asistentes ya estamos de pie, mientras el viento sigue refrescando. Bajo la columna que sostiene a Madero aparecieron de la nada el secretario de Hacienda Agustín Carstens, la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa Cantellano y el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. Todos ponen rostro de circunstancia y solemnidad.
14 horas. Un solo helicóptero vuela nuestras cabezas. Obama está aterrizando en el helipuerto de Los Pinos en este momento. Arturo Sarukhán, embajador de nuestro país en Washington y Guillermo Valdés, director del Cisen, se han sumado a la comitiva principal. De recepción.
“Falsa alarma”, reitera un hombrecillo equipado con aperos suficientes para creerle que es un agente de seguridad, quien asegura que Obama no llegará a la recepción subido en su Bestia. Va a atravesar el pasillo flanqueado por los cadetes militares.
14.10 Entrada entusiasta de los dos presidente. Cruzan pro el centro del triángulo alfombrado que los llevará a su encuentro con la comitiva de bienvenida. Obama se adelanta. Obama se adelanta y da un beso a Margarita Zavala, esposa del presidente mexicano.
La banda militar pasa a interpretar ambos himnos nacionales. El mexicano se oye fuerte. El estadounidense es susurrado.
Felipe Calderón toma la palabra el término del prólogo musical. Comienza por recordar una frase de John F. Kennedy pronunciara en su visita por México en el año 1962: “no dejemos que el hombre separe lo que la naturaleza ha unido”.
Obama mira a su homólogo parado justo a sus espaldas. Se toca la mejilla y luego baja la mirada. Calderón está ahora hablando de la extrema pobreza que padece México.
El presidente mexicano retoma el hilo de la cooperación necesaria entre ambos países. Invita a construir una nueva era donde la frontera común se convierta en un ejemplo de productividad.
Claramente Calderón ha retomado en su discurso los temas abordados por Obama en su artículo publicado el día de hoy en EL UNIVERSAL.
Cierra el presidente Calderón con la clásica frase la Obamanía: “Yes, we can, Mr President”. Ambos sonríen.
Toca el turno al presidente estadounidense. Le han colocado un texto sobre su atril pero, a diferencia de su homólogo, este hombre no lo mira. Como es su costumbre, Obama improvisa. Agradece la cálida acogida. Saluda a los más jóvenes asistentes a la recepción. Reconoce luego, en efecto, la fortaleza de las relaciones entre México y Estados Unidos.
Advierte que en su tierra, Chicago, Illinois, una tercera parte de la economía ha sido construida por mexicanos y descendientes de mexicanos. Con esta idea logra empatía inmediata en quienes le escuchan.

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