+.-LLEVA MÁS
DE 42 AÑOS VENDIENDO EN LA BANQUETA DE LA ESCUELA OTHÓN ALMADA
+.-LA CIUDAD
HA CAMBIADO NOTABLEMENTE EN TODOS ESTOS AÑOS, ASEGURA
POR MARTIN ROBERTO VEGA ENCINAS
En todas las
ciudades del mundo existen personas del pueblo, unos muy conocidos y otros no
tanto, pero ahí están, son personas típicas y tradicionales.
Tal es el caso de don
Ángel Everardo Armenta Aguirre, un vendedor de picos de gallos en
invierno, y de raspados en tiempo de verano, en la banqueta de la escuela
secundaria Othón Almada, con 42 años de trabajar en este lugar.
Pienso trabajar ofreciendo mis frutitas, duritos y raspados,
mientras dios me de vida y salud, afirma quien durante su larga jornada, ha
visto pasar ex alumnos que han destacado en la vida política, productiva, empresarial
e industrial del sur de Sonora, comenta.
Algunos le han tendido la mano, otros solo pasan de largo por
las calles aledañas, sin embargo, al doctor Sócrates, que no es egresado de
esta escuela, le esta muy agradecido.
“He visto pasar presidentes de Huatabampo, Navojoa y a
diputados que en su tiempo de jóvenes estudiaron en esta escuela, unos
ganaderos que me han ayudado, algunos se paran, me apoyan, otros solo me
saludan desde sus autos, pero otros no saludan, se van de largo, pero el doctor
Sócrates siempre me atiende, le doy las gracias por aquí, ahí ponle”, sugiere al
reportero quien al llegar a este espacio contaba apenas con 22 años.
“No pensé durar tanto tiempo aquí, pero los profes me han
dado chanza durante todo este tiempo”, sostiene.
Armenta Aguirre se enorgullece de
hacer y tener varios amigos jóvenes como los que estudian en este lugar, sabe
que ahí rondan futuros políticos, empresarios, industriales y artistas, como los que hoy ve pasar por satas calles de
Dios.
“Me la llevo bien con los muchachos que actualmente estudian
aquí, les fío a muchos, unos me pagan y otros no, pero hay nos ayudamos”,
carcajea.
Al cuestionarle el reportero de la comparación de aquellos
tiempos y el actual, Ángel Everardo suspira y explica que son muchos los
cambios que ha visto en todo este trecho.
Antes había clases en la mañana y por la tarde y hasta los
sábados, entonces no había pavimento en este lugar, aquí se hacían unos
lagunones pero feos, pero todo cambio cuando como directora de esta escuela
llegó la profesora Lupita Villaseñor.
Ella gestionó y trajo el pavimento que vino a transformar
todo este lugar, hoy es otra cosa, nada que ver con aquellos lodazales, la cosa
cambio, abunda.
Sin embargo, llegar a una plaza como esta esquina que colinda
con el bulevar Eduardo Bours, y No Reelección, y ponerse a ofrecer los picos de
gallos y raspados, no fue cosa fácil para nuestro personaje en aquél entonces.
“Antes de llegar a
esta escuela, anduve por puchos puntos, vendí en las escuela comerciales Greeg,
Cuiltre y en la Magaña, conocí a muchos otros personajes de la política que
salieron de estas escuelas”, explica el vecino de la colonia rosales, quien
orgulloso recuerda precisamente a la maestra Cuiltre.
La maestra Cuiltre siempre me corría de la escuela que estaba
ubicada en Hidalgo entre Pesqueira y Otero, “váyase a vender a otra parte, se
salen mis muchachos”, expresaba dando a conocer lo estricta y correcta con su
profesión, yo me iba del lugar sin enojo, peo orgulloso de contar en la ciudad
con estos profesores que actualmente escasean”.
Con esto, Everardo da muestra de que cuando se quiere, se
puede salir adelante trabajando honestamente, en donde ser vendedor de frutas,
raspados y hacer amigos ha sido toda una aventura para él.
“Siempre he sido vendedor, me ha ido bien, aquí saco para
comer, vestir y subsistir, pero como soy del “auto empleo” ya tengo seguro
popular, nunca me enfermo estoy bien, mientras hay salud todo es bien, todo es
bueno”, afirma.
Ángel Armenta, quien estuvo casado con Rafaela su primera
esposa, a quien recuerda con mucho respeto, porque hoy su vida la comparte con
Socorrito, manda un saludo afectuoso a la ciudadanía en general, a quien les
pide no quejarse porque hoy los tiempos son mejores.
“Antes los niños casi no traían
dinero, unos si y otros no tanto, pero siempre les quedaba para su frutita, hoy
les alcanza bien, unos tienen celular, algunos hasta las famosas tables, la
cosa es otra, y yo veo pasar el tiempo, llega con progreso, todo va mejor, yo
sigo ofreciéndoles mi frutita hasta que dios quiera, tengo vida y salud, soy
feliz, ánimo”, expresa Ángel Everardo Armenta Aguirre
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